Tiempos sin precedentes. Confinamiento. Encierro. Incertidumbre. Reflexión. Estas palabras las hemos escuchado desde el mes de marzo. Todo se detuvo. Lo familiar, lo conocido, lo acostumbrado, lo cotidiano, se vio afectado por un intangible, por algo microscópico y nos arrastró a una nueva vida inimaginada, así, sin más, donde el día a día se va construyendo, donde no se nos permiten los planes con tiempo, las reuniones, los cumpleaños, los abrazos, las exequias. Sin embargo, y a pesar de esto, todo siguió de una manera subrepticia, interior y hasta involuntaria. Cada día, reinventarse, replantear, adaptarse. Éstas son las nuevas palabras, las que sustituyeron a lo común y convirtieron el pasado cercano en un pasado lejano, nostálgico, anhelado. Todo, absolutamente todo es diferente, sin embargo, todo sigue. El mundo se cerró, pero nosotros no podemos hacerlo y la sangre corre como siempre, los pensamientos van y vienen, la necesidad de hablar y ser escuchado, en fin, la vida interior. Mientras tanto…
¿Qué pasó con los creadores, con los fotógrafos? ¿Qué pasó con aquéllos que toman fotografías en la calle? ¿Con los que hacen retratos? A pesar de esto y de todo, ellos siguieron creando, aunque sus obras no tuvieran espectadores. Sus mentes, sus manos, sus proyectos continuaron machacando una y otra vez su necesidad de existir. Así son los artistas.
Mientras tanto, yo hablaba con todos ellos, con cada uno. Me contaban lo que hacían. Todos estaban activos. Esto me llevó a pensar en la importancia de la obra que creaban en un momento histórico, irrepetible, novedoso, único. Como resultado de todas estas meditaciones llegamos a la conclusión de que debíamos dejar la impronta documental de lo vivido durante el confinamiento, el encierro y la soledad. Cada uno responde a su manera, a su unicidad y su experiencia, por lo que decidimos llevar a cabo un proyecto excepcional, como los tiempos.
El proyecto consiste en tomar una fotografía, resultado de sus largas consideraciones, en la que quedaría impresa su emoción, su añoranza, su tristeza o incluso su liberación de las presiones cotidianas que ya eran insostenibles. Algunos, aquéllos que tenían vedado ir a la calle por sus imágenes, también producto de esas soledades, revisaron y pusieron en orden sus archivos, descubriendo joyas que no habían salido a la luz, fotografías maravillosas que no pudieron ser impresas en su momento, por cualquier razón, y que ahora cobraban sentido.
Cada imagen que el artista entregue tendrá una edición de 20 fotos más dos pruebas de autor. Estarán firmadas y tendrán certificado de autenticidad.
Será un documento único, exclusivo, histórico, sobre todo, que mostrará con la mirada de cada uno de los fotógrafos, la realidad que estamos viviendo y que no sabemos cómo evolucionará. Es un documento con la fuerza que sólo pueden tener estos movimientos radicales que cambian por completo nuestra forma de ver y vivir la vida. Ya nada será igual, nunca. El recuerdo de esta tragedia quedará impreso para siempre en estos maravillosos trabajos de grandes artistas, capaces de captar, a su manera, este suceso sin precedentes.