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Monumentos sin monumentalidad

 

 

Monumentos sin monumentalidad

Curaduría de Cuauhtémoc Medina

En una variedad de frentes y planos, el siglo XXI se caracteriza por una intensísima disputa por la memoria. Una parte muy sensible de las batallas simbólicas alrededor del mundo se centra en el destino de la monumentalidad. Las estatuas que inscribieron en bronce y mármol la pretensión de eternidad de las narrativas modernas (coloniales, socialistas y/o nacional-burguesas) sucumben estrepitosamente ante la crítica de una nueva iconoclasia, que se lleva a cabo por igual con la fuerza de la multitud, el pintarrajeo de la protesta y el incendio de la infamia que transmiten las redes sociales. Su destrucción no debería sorprendernos pues con mucha frecuencia esos eran símbolos de las fantasías de la masculinidad y de la celebración colonialista que siguen siendo la base de identidad de los estados-nación.

Estamos en un momento de transición, donde la idea de ornamentar con inscripciones y efigies el terreno social se ha vuelto ilegítima, entre otras cosas porque los movimientos sociales y culturales se niegan a sucumbir al fetichismo de los políticos y sus artistas colaboracionistas.

A pesar de los temores por el abandono del espacio público que sugiere la migración de la política y el debate social hacia las redes y la fragmentación de la esfera pública que propician los algoritmos, el simbolismo de las calles y plazas se ha convertido en un campo de disputas interminables, donde la cuestión de qué puede ser el arte en el espacio público ha resurgido con una extraordinaria energía. Mientras el arte oficial está en decadencia, la calle de ha convertido en un escenario de invención tanto artística como activista.

Una de las funciones del arte contemporáneo es explorar las posibilidades múltiples en que la memoria puede materializarse, ya por la vía de la reforma paródica de los monumentos existentes, por la crítica de los dispositivos de memoria preexistentes, o por la introducción de relatos alternos a los que aloja la historia hegemónica. Este proyecto propone al espectador regiomontano una variedad de creaciones críticas: antimonumentos, subversiones de los íconos y la algarabía de un carnaval de cuerpos ensayando deseos en público, serán algunas de las vertientes que explorarán los artistas participantes de la VII Edición del Programa de Arte Público de Las Artes Monterrey, para el Festival Internacional Santa Lucía 2024.

 

“Sombra”, 2024, Oswaldo Ruiz

Instalación compuesta por cemento, hierro, pintura acrílica y dispositivo láser. Medidas de 3.45 x .62 x .9 metros.

La intervención plantea colocar una réplica del Faro del Comercio a escala 1:20, pintado con Vantablack, una pintura que absorbe casi por completo la luz, creando una superficie extremadamente negra.

La pieza instalada en la jardinera que se encuentra en la entrada clausurada del centro comercial Gran Plaza, el primero de la ciudad de Monterrey y del que aún quedan sus ruinas, dialoga con el Faro del Comercio, obra de Luis Barragán inaugurada entre diciembre de 1983 y enero de 1984, al mismo tiempo que se inauguró el centro comercial.

La obra señala un sitio histórico que fue escenario de algunos eventos que marcaron la vida social de la ciudad: el primer paro empresarial total en el país, ocurrido el 5 de febrero de 1936, que desafió al gobierno cardenista. Unos meses más tarde, el 29 de julio de 1936, cuatro obreros fueron masacrados cuando algunos empresarios dispararon desde las instalaciones del Casino Monterrey. Estos hechos históricos, aunque son desconocidos por la gran mayoría de la población actual, han dado forma a la tensión entre la fuerza industrial de la ciudad y su fuerza social, que se disipa un poco con la inauguración del primer centro comercial en 1984, que orienta las aspiraciones de la población hacia el consumo.

La obra se propone como un negativo del Faro del Comercio, sugiriendo una sombra en el espacio citadino.

Agradecimientos: Alejandro Cruz, Francisca Aninat, Carlos Diaz, Silvia Gruner, Alan Hernández, Emiliano Monge, Ariadna Ramonetti, Sergio Ruiz Chapa, Sergio Ruiz Ponce, Cecilia de Tavira y Marco Treviño, Verónica González y Cuauhtémoc Medina.